Pensar
Ileana Stofenmacher
Pensar afecta la totalidad de los sentidos. Es un sumergirse en la propia incapacidad de ver aquello que se burla de nuestra razón, zigzagueando en una huida permanente y sutil hacia recovecos inhallables del universo. Pensar incomoda el espíritu sacudiendo el polvo arenoso, resto material de lo más arcaico de nuestras creencias.
En un primer movimiento de la materia orgánica, pensar incomoda al cuerpo, oprime el pecho y la anatomía es recorrida por una energía fugaz que revierte la cerrazón del pecho abriendo el alma a lo infrecuente. En un segundo movimiento de las partículas vitales, el cuerpo vibra de nuevas verdades a descubrir, la piel tiembla de milagro de descubrimiento del detalle más único. Los sentidos piensan en un acople orquestal siendo ellos mismos la mismidad del pensamiento. No se piensa la verdad con la razón ni la razón viabiliza la verdad de lo existente. La razón es una carcajada terrorífica lanzada por lo más oscuro del componente humano que resiste cínicamente a la dificultad de sentir el mundo en toda su potencia inclasificable. Y esa risotada fatal provoca un casi invisible giro hacia lo que no es, obnubilando la visión diáfana pero utópica de todo lo que es. Lo que es, no es razón estabilizada sino naturaleza mutante y permanente en el mismo giro eterno de los astros incomunicables.
Pensar estremece el espíritu de un modo confundible con el estremecimiento causado por el enamoramiento. En esa sacudida intermitente de alma y cuerpo, la savia vital de aquello esencial que somos, fluye a borbotones siguiendo el camino trazado por nuestra propia capacidad de ser. Y en ese fluir de los líquidos orgánicos y mentales, eso que somos se ensancha al tiempo que el pensamiento toma forma. Una forma precaria y móvil que se define por su constante movimiento y ebullición. Su elasticidad creciente permite al ser mirar a su propio centro y en un esfuerzo lúgubre pero vital, aspirar una bocanada de muerte vida que empuja nuestros límites humanos con extrema dificultad pero con apasionada voluntad hacia aquello divino que podemos ser (que somos sin saber que lo somos).
LEER EL TEXTO COMPLETO