VOLVER A EMPEZAR Parashat DVARIM Rabino Gustavo Surazski

La Parashá comienza hablando de aquellos doce hombres que habían ido a espiar la Tierra Prometida. Al regresar, los emisarios difamaron a la tierra y atemorizaron al pueblo sumiéndolo en la desesperanza y en el llanto.Aquella noche, según el Talmud, era Tisha BeAv. Dios, viendo al pueblo llorar vanamente, enfureció: condenó a los hijos de Israel a vagar durante cuarenta años en el desierto, y repudió a aquella generación decretando que no iría a ingresar a la Tierra que había prometido a Abraham, Itzjak e Yaakov.

Algunos cientos de años después, en ese mismo día, el Primer Templo de Jerusalén fue destruído, y la ciudad quedó arrasada, producto de la degeneración social del propio pueblo de Israel.
"¡Cómo ha quedado solitaria la ciudad que estaba llena de gente!" (Eijá; 1-1), se lamentaba por entonces el profeta Jeremías ante tamaña destrucción.
Al abrir el rollo de Eijá, algo llama poderosamente la atención. Los versículos del libro van siguiendo el orden del abecedario hebreo, siendo éste el único libro del Tanaj que respeta este modelo.
¿¡Cómo es posible que ante semejante catástrofe el profeta decida lamentarse prolijamente siguiendo el orden del alfabeto?!
El contraste entre la magnitud del drama y la armonía y prolijidad del canto transforma al cuadro en grotesco.
¿Cómo es posible que el profeta haya tenido la cabeza fresca para lamentarse en rima y según el orden del abecedario?

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