
“¿Quién es rico? Aquel que es feliz con lo que le toca”. Del Talmud
Escribe LIC ADRIANA SEREBRENIK
Querido hermano:
Al escucharte, oí mi propia voz de angustia. Hay tantas cosas difíciles de digerir. Cuando comprendemos que los que amamos no van a cambiar para darnos lo que necesitamos, el desencanto aguijonea. Empezamos a intuir que no hay nada que hacer... pero no nos queremos resignar. Un grito profundo de impotencia y dolor agudo contornea nuestra garganta. Algunos dejamos escapar un largo y penoso quejido, otros lo acallan y revientan su cuerpo con la explosión de enfermedades.
Tantas cosas escapan a nuestro control... las reacciones y actitudes de las personas que queremos, son parte de esto. ¿Acaso el ser hijos, amigos, padres, hermanos, cónyuges, alumnos, nos da derecho a pretender que los demás elijan acompañarnos como nosotros quisiéramos ?
Algunas personas queridas llegan “hasta ahí” y eligen que no quieren más Saben lo que esperamos pero eligen no hacerlo .Y ahí comienza nuestro resentimiento. Y el rencor, querido hermano, es veneno para el alma.
Las personas actúan siempre de la mejor manera que saben y pueden, dentro de las circunstancias en que se encuentran , solo que su forma de pensar o la situación que están viviendo las lleva a considerar que “lo mejor” ,no es precisamente lo que, con nuestra particular forma de ver ... lo es .
Esta realidad, esta actitud que te disgusta esta aquí, para bien o para mal, pero aquí esta. Si la rechazas, porque no encaja con tus deseos o sueños, sos vos el que perdes. Resistirse a la realidad es camino al fracaso. Si aprendes a cambiar tu perspectiva, reconciliándote con los hechos que no van a cambiar, te alivias. Eso es lo que intento compartir, hoy con vos, querido hermano.
Aceptar que cada uno es responsable de diseñar un infierno o un cielo con la porción de vida que Dios nos entrega es un proceso de maduración penoso pero necesario.
No podemos evitar las actitudes de los demás. No poseemos ese poder sobre el otro, solo tenemos control sobre nosotros mismos. Somos los que decidimos hacer con las respuestas .Vos sos el que le das” el poder “de tu propia felicidad o desgracia al otro.
La opción es compartir tu punto de vista. Dialogar hasta cuanto el que amas, está dispuesto a modificar su actitud y con esa conclusión sin falsas ilusiones, con criterio de realidad pactar un nuevo encuentro humano. Desde la verdad sin expectativas fantasiosas que son las que nos traen sufrimiento. Si necesitamos poner distancia, hagámoslo, si precisamos tomar medidas para nos, este es el momento.
Arregla el asunto :distánciate , tolera lo que te disgusta, mirá para otro lado , pero lo que no vale es quedarte sentado y quejarte, reclamar a los 4 vientos, despotricar de por vida grabándote en la cara tu impotencia, perforando tu cuerpo con la angustia que lo enferma .
Desenmascarar falsas ilusiones, es un trabajo duro que requiere introspección, reflexión, honestidad, tiempo y valor. El sufrimiento siempre trae una lección consigo y si sabemos aprovecharla estamos en el camino de la madurez y desarrollo*. Doblarte, querido hermano, no es romperte. Ser flexible y no resistirte al fluir de la vida es la aceptación que el otro es como es... no como a vos te gustaría que fuera.
La única manera de tratar con el sufrimiento es hacerle frente, mirarlo fijamente a los ojos y aprehenderlo. ¿Qué falsa ilusión esta escondida detrás de él? ¿Que estamos pretendiendo que no se dá, ni dará? Esta es la oportunidad dorada de conocernos, de desapegarnos de lo que no nos sirve, de despedirnos definitivamente de nuestras debilidades infantiles de reconocimiento eterno. Sufrir es sencillamente resistirse a la realidad. Nuestros asimientos, falsas ilusiones y condicionamientos nos oscurecieron la visión y ahora cuando tomamos contacto con ella, cuando se nos presenta tal cual es... nos desgarra.
Cuando te escuché, oí mi propia angustia por necesitar que los demás actúen, piensen sientan como vos y yo .Y sin embargo, querido hermano ,si no somos felices con las cosas como son hoy , es difícil serlo alguna vez. Si esperamos salir de la cárcel para ser libres dependemos de quien tenga la llave. Aprendamos a sentirnos libres aún dentro de la cárcel, aún en esta dura realidad de darnos cuenta que los que amamos nos dan “hasta ahí”, entonces nos sentiremos libres en todas partes. Asumamos nuestra propia responsabilidad: la carga del compromiso de la propia felicidad.
Después de habernos dado cuenta de que no siempre podemos tener lo que nos gusta, disfrutemos, querido hermano, de lo que recibimos: estar juntos en este camino de crecimiento.
Te quiere tu “hermana de sangre y de alma”
* Inspirado en la obra de Anthony De Mello.