
La última reencarnación
Dr. Michael Laitman*
Se necesita mucha preparación para seguir Su camino, pero ¿quién conoce las vías del Señor? Pues éste es el significado de la Luz compuesta de 613 vías que quienes las siguen logran purificarse, hasta que sus cuerpos dejan de formar una pared de hierro entre ellos y el Señor (Baal Ha Sulam, Seguir el Camino de la Verdad).
Porque el propósito del alma, al encarnarse, es volver a su raíz y adherirse a Él, mientras se encuentra vestida en un cuerpo, como está escrito: ``Amar al Señor, tu Dios, y seguir Su camino, y observar Sus Mitzvot'' y adherirse a Él, por lo que se puede ver claramente que este proceso culmina con adherirse a Él, es decir, como era antes que el alma se hubiera vestido en cuerpo (Baal HaSulam, Seguir el Camino de la Verdad").
Según la Cábala, el Creador creó el mundo y todas las criaturas para deleitarlas con el placer de Su Luz y Abundancia. Esta Abundancia, sin embargo, aunque se le esté prometida a todos los seres humanos, se puede alcanzar solamente al igualarnos al Él.
Los cabalistas nos explican que para alcanzar este estado de igualdad, que nos permite experimentar el placer de la Luz del Creador, es necesario involucrarnos en el estudio de la Cábala que nos lleva por un proceso que gradualmente nos va asemejando más y más a Él.
Por lo tanto, tenemos que seguir volviendo a este mundo hasta que alcancemos dicha semejanza, tal como lo explica Baal HaSulam.
He aquí que se ha hecho saber por los autores y los libros, que el estudio de la sabiduría de la Cábala es absolutamente necesario para toda persona de Israel (los que anhelan adherirse al Creador). Y aunque uno haya aprendido toda la Torá, la Mishná y la Halajá de memoria -habiendo sido un hombre de virtud, realizando buenos hechos en mayor cantidad que sus contemporáneos-, pero no haya estudiado la sabiduría de la Cábala, está obligado a volver a reencarnarse en este mundo para estudiar los secretos de la Torá y la sabiduría de la Verdad; lo cual está mencionado en varios Midrashim de nuestros sabios" (Baal HaSulam, Introducción al libro Pí Jajam").
Luz a las naciones
El pueblo judío tiene una misión: conducir a toda la humanidad al grado más elevado posible de existencia.
Dr. Michael Laitman
Cualquiera diría que simplemente estamos obligados a pasar una guerra cada cierto tiempo. Es una cuestión habitual desde la fundación del Estado de Israel.
En todos los edificios hay un refugio, en cada casa se tiene una máscara antigas, cualquier niño sabe identificar sirenas de emergencia activadas ante ataques con misiles contra poblaciones israelíes, ni qué hablar de un concepto tan “natural” como el acto terrorista suicida.
En otros países, como por ejemplo Australia, Italia o Suiza, se vive sin la amenaza de cohetes de largo alcance o de autobuses que explotan. ¿Por qué en Israel no ocurre lo mismo? ¿En qué somos distintos a los demás países? ¿Por qué los ojos del mundo están puestos justamente en este granito de arena sobre el mapa del planeta que se llama Israel?
Los cabalistas nos enseñan que el pueblo de Israel tiene una misión exclusiva en la realidad: su rol como pueblo elegido. Por esta razón, el desarrollo de la nación israelí ocurrió de una forma distinta al del resto de las naciones.
En otras palabras, toda nación tiene una raíz genética que la singulariza. En cambio, lo que hace única a la nación israelí, es su raíz espiritual. Eso quiere decir que el pueblo judío está destinado a conducir a toda la humanidad al nivel más elevado posible de existencia.
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